Vivimos en un mundo muy diferente, tal vez producto de la arrogancia de los tecnócratas. Una etapa en donde lo que sean méritos, experiencia y conocimientos formales no parecen ser importantes o la percepción de su valor va para abajo. Vivimos donde lo que era improbable ahora parece ser lo más probable.
Esto va desde temas como el calentamiento global, el uso de semillas transgénicas, la inmigración, el comercio global, los supuestos riesgos de las vacunas, la energía y otros temas como el desarrollo económico.
Es cierto que la movilidad social en nuestro país es muy baja (7 de cada 10 se quedarán en el percentil más bajo y no se moverán al percentil siguiente). Los méritos de quienes asignan los recursos para proyectos de investigación muchas veces son inexistentes y los méritos de los proyectos también.
Estamos en un momento de la historia en el que todo es opinión (y la opinión por definición es sesgada) y los hechos y datos no son importantes mientras no se hayan vivido en una experiencia propia.
Como dice una cita que me encanta: “El Universo no tiene la obligación de tener sentido para ti”, lo mismo aplica para la ciencia y la tecnología.
Tampoco tienen por que hacer sentido las redes sociales y los comentarios que allí se manejan, tampoco el hecho de que en Francia se acaba de prohibir el ingreso de los smartphones a la escuela (una promesa de campaña de Emmanuel Macron).
Aunque no es una única ley de este tipo en Francia, por ejemplo el año pasado se aprobó una ley en la que las empresas francesas de más de 50 colaboradores deben establecer reglas que limiten los correos electrónicos de trabajo y el uso de tecnología relacionada con el trabajo fuera de la oficina (es decir que los empleados franceses pueden legalmente ignorar los correos de trabajo fuera del horario de trabajo), lo que se conoce como el “derecho a desconectarse” o en francés que siempre suena más interesante: “Le droit à la déconnexion”.
No es que me interese estar esclavizado a las actividades laborales todos los días a todas horas y en todo lugar, pero es un tema que al final del día tendremos que considerar ya sea como ventaja o como desventaja.
Es claro que la productividad parece no ser algo importante para algunas culturas (incluidas la nuestra). Y sí, siempre es más bonito ser feliz y vivir sin preocupaciones (aunque para eso existe la meditación). Mi postura es que tendremos que aprender a reconocer el aspecto adictivo de la tecnología y encontrar cómo vivir con ella. Lo mismo aplica para los videojuegos, el futbol y las redes sociales (todos tienen un factor adictivo). Y sí, para algunos esto puede ser “mumbo jumbo”.
Por otra parte, debemos estar preparados porque el día de la descarga de armas por internet para ser impresas en 3D llegará (si no es que ya sucede en el “dark|deep web”) y entender que a mayor disponibilidad de armas, más muertes por armas.
En fin, también tendremos que entender que el mérito ya no significa lo mismo para todos.
Qué tengan un buen miércoles.
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