Uno de los temas que están en los medios de manera continua es el de la inteligencia artificial, todos los días parecen publicadas notas al respecto.
Es necesario distinguir los hechos de la ficción. Para ello tocaré dos puntos de manera breve.
Primero, el imitar la inteligencia del cerebro humano todavía está a décadas de distancia – más de 5, esto es posible, pero todavía faltan avances en diversas áreas como la tecnología, la neurociencia, el entendimiento de nuestro cerebro.
Segundo, antes de que lleguen las máquinas verdaderamente inteligentes, el foco estará en aumentar las capacidades del ser humano. Con esto, se generarán más empleos que los que se eliminarán, pero las características de ellos serán diferentes. Los retos se encuentran a nivel de la sociedad. Uno en educación y entrenamiento del personal para que tomen ventajas de esto y el otro en poder garantizar que los beneficios del aumento de la productividad se comparta ampliamente en la sociedad.
Hasta el momento, los avances de las nuevas tecnologías en la generación de bienestar han sido a mi juicio pobres. Las 8 personas más ricas del mundo tienen la misma riqueza que el 50% de la humanidad. Una de estas 8 personas es el mexicano Carlos Slim.
El modelo de desarrollo “Silicon Valley” presenta retos en esa generación de bienestar y considero necesario que cada economía desarrolle su propio modelo. Sobre todo en economías basadas en átomos como la nuestra.
En nuestro terruño, el tema del talento y el conocimiento todavía tienen mucha oportunidad de ser valorados, actualmente se prefiere invertir en cosas que sean difíciles de reproducir (por ejemplo la tierra, ya que no puedes inventar más).
En el tema de plataformas, en donde el rol del productor y consumidor es intercambiable y se permite que existan comunidades que hagan negocio alrededor de ellas el reto también es el mismo, aquí se cuidan las relaciones y que nadie más haga negocio con ellas.
Lo bueno es que existen las oportunidades, si abrimos la mente. Y estoy convencido que a partir de este 20 de enero (por ponerle una fecha), ese panorama se abre. Sobre todo si nos convencemos que no necesitamos a nadie más que a nosotros mismos para progresar.